la voix 1

LA VOIX 1

de Moreno Bernardi

para Monica Almirall

MEp/CA

 

En el marco de investigación y composición CA del MEp, Moreno Bernardi decide en junio 2011 escribir una composición teatral original para Monica Almirall. Nace un acto de 40'[+5'] para actriz sola que, tras la composición gestual y espacio-temporal del movimiento plástico, MB modela directamente para el cuerpo de MA siguiendo la partitura para voz sola de 'La voix humaine' de Francis Poulenc (que se estrenó en el 1959 para la soprano Denise Duval). MB pone en marcha un trabajo que hace tiempo esperaba hacer y que solo con la actriz MA pudo descifrar y practicar: la partitura del actor en cuanto texto fundamento del arte de la interpretación. 'la voix 1/2 - poulenc' es un acto 'mudo' para actriz sola con el intento de estilizar el concepto de 'tragedia lirica', con lo cual Poulenc define la obra para Denise Duval.

 

 

 

la voix 1 es la primera parte del proyecto 'la voix' que MB desarrolla para MA, donde la segunda parte [verano 2012] es la dirección de 'la voix humaine' de Jean Cocteau [la voix 2/2 - cocteau].

 

"...es a Monica que dedico todo lo que he desarrollado en investigación teatral para el actor en los últimos dos años, a la que tengo que agradecer la 'carta blanca' recibida a diario y la fidelidad hacía mi y su persona." [Moreno Bernardi]

 

IMAGENES ERIC DE GISPERT KOPER

 

Raimon Avila:

Moreno Bernardi, un lenguaje innovador.

Con "la voix, 1", Moreno Bernardi (director) y Mònica Almirall (intérprete) presentan un espectáculo realmente sorprendente. Una actriz interpreta con exactitud una partitura de movimiento rica, imaginativa y llena de aciertos gestuales, desde un registro propio de la interpretación teatral; es decir, dejándose afectar emocionalmente por todos y cada uno de los pasajes, sin mostrar nada (sin inventar nada), pero haciéndolo todo posible. Mònica transita poéticamente por una historia de amor pasión escrita maravillosamente por Cocteau y musicada genialmente por Poulenc. Todas estas líneas del discurso performativo pronto se entrelazan para coger al espectador por los riñones y no soltarlo hasta el final. Fascinados, asistimos a una ceremonia de consagración del deseo, ahogada por la rabia y el miedo al abandono, que nos arrastra con tanta elegancia como sinceridad actoral a las arenas movedizas de la locura.
Raimon Àvila, escritor poeta experto en movimento teatral.

a partir de los cahiers de Monica Almirall

...una mujer...sabe que una vez tomada la decisión no hay vuelta atrás, no se puede parar. O se llega al final, o alguien lo detiene. A su propia señal, la mujer empieza a correr, pero pronto se cae.

Cae, se arrastra y se levanta. Cae y se levanta, cae y se arrastra. Se levanta. Cae.

Todo su viaje sigue por el suelo. En su recorrido no tiene más lugares donde poder levantarse. Sólo queda arrastrarse, uniendo los primeros recuerdos con los últimos.

La mujer llega exhausta a un punto concreto que conoce muy bien, al punto inicial, allí donde todo empieza y termina. Empieza el primer y único acto.

La mujer es movida por el recuerdo de un hombre que ya no está y que no volverá a estar nunca. Su cuerpo reacciona a aquello que fue, como si las huellas del tiempo la hicieran bailar por el espacio.

La mujer no hace nada nuevo, no crea nada, sólo reproduce desde la soledad aquellas acciones que tiempo atrás había hecho acompañada. Es aquí donde empieza su tragedia y su locura. Desde fuera, una mujer sola. Desde dentro, una sala llena de fantasmas difuminados por el tiempo.  

El recuerdo del hombre la empuja, la arrastra, la coge, la abraza, la lleva de la mano por el espacio, la asusta, la levanta, la tira al suelo…

La mujer pasa de ser el receptor de la acción a ser el emisor. Víctima y verdugo, verdugo y víctima. Empuja con la misma intensidad que es empujada, abraza con la misma intensidad que es abrazada, mira con la misma intensidad que es observada.

No puede hablar, pero se repite todas las palabras que tantas veces han dicho juntos por la cabeza. Son ellas, las palabras en su mente, las que hacen decidir que recuerdo recrear, que fotografía escoger para seguir existiendo en aquella estructura. Sin aquellos recuerdos, la mujer no podría vivir en aquello que recorre.

La mujer muerde al aire, lanzando un último grito desesperado. La mujer está atrapada. La mujer no puede escoger el final, sólo ir hacia él, no es dueña de su camino. Finalmente, es una voz externa que grita muy fuerte “stop” lo que la hace parar.

 

Hoy, en la penumbra de la sala, la mujer no ha conseguida acabar su cometido...[continua]